En diciembre de 2014 una normativa europea lo colocó como ingrediente de declaración obligatoria, ya que antes figuraba en el conjunto de «grasas vegetales» en el etiquetado de los alimentos procesados.
Pero la mayoría de nosotros acabamos de descubrir que el aceite de palma está en casi todos los alimentos elaborados que consumimos… y que no es una grasa nada recomendable, pero… ¿Por qué?, ¿Cual es la gravedad del daño que nos pueda ocasionar?.
La grasa de palma es una grasa barata, untuosa y estable, que enrancia poco lo cual aumenta la fecha de caducidad de los preparados que lo contienen. Además permite preparar alimentos con una consistencia que no se podría hacer con otros aceites vegetales (por ejemplo las cremas de cacao, no quedarían con la misma consistencia si en su lugar se preparasen con aceite de oliva o de girasol).
Pero hay una enorme diferencia entre consumir aceite de palma y aceite de oliva… el segundo es rico en grasas insaturadas y se ha demostrado en numerosos estudios su efecto cardioprotector, mientras que el de palma es rico en grasas saturadas, que aumentan el colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares (tales como infartos, embolias, trombosis o derrames cerebrales).
El riesgo sobre el colesterol de la grasa de palma es equiparable al de algunas grasas de origen animal (Y hay que tener en cuenta que hay grasas animales menos saturadas que la de palma).
Además nutricionalmente es muy pobre. La grasa de palma se usaba originariamente en Indonesia y es rico en betacarotenos, pero la grasa de palma que se usa en occidente está refinada y, nutricionalmente, sólo nos aporta las grasas.
La otra gran duda que me surge es su relación con el cáncer. Cito textualmente del blog del Ilustre Colegio de Farmacéuticos de Valencia (España): «Es más, una reciente investigación española testó el efecto del ácido palmítico, ácido graso principal del aceite de palma, en la metástasis del cáncer y comprobó que, una vez inoculado en el ratón, ese tumor pasaba de una frecuencia metastática del 50 por ciento al 100 por ciento. Es decir, todos los ratones desarrollaban metástasis.»
Aún así, en otros textos publicados por el Colegio de Farmacéuticos de Valencia encuentro:
<<Desde el punto de vista nutricional, Elena Roura, técnica de la Fundació Alícia, sostiene que el aceite de palma “forma parte de los alimentos que se han de consumir de forma esporádica y si es así, su consumo no entraña ningún peligro”. “El riesgo está cuando hay un exceso de alimentos grasos y procesados en la dieta, y esta no se basa en alimentos frescos como frutas y verduras. Un buen desayuno ha de contener pan y fruta, no galletas y cereales industriales todos los días”, afirma.>>
Y <<Gemma Marfany, profesora de Genética de la Universitat de Barcelona, destaca que el ácido palmítico, componente principal del aceite de palma refinado, «forma parte de las grasas de nuestro cuerpo y nos da energia». «En sí mismo no es tóxico. Lo que es perjudicial es su ingesta desproporcionada en relación a los alimentos frescos más saludables, lo que favorecería las enfermedades cardiovasculares y el crecimiento de ciertos tumores”, señala.>>
Esto tampoco me ha dejó tranquila y seguí buscando… Resulta que el ácido palmítico de la grasa de palma son dos hermanos gemelos… alfa y beta. El ácido palmítico de la grasa de palma está en forma de alfa-palmitato (no saludable) y el de la leche materna es beta-palmitato (saludable) .
No he logrado encontrar si todo nuestro ácido palmítico está en forma beta o si hay parte en alfa.
Luego continué mis búsqueda de información en el supermercado (pasando antes por mi propia despensa). Algunos de los alimentos que he encontrado muy ricos en ellas son las cremas de cacao más conocidas en nuestro país (se que están saliendo nuevas marcas fabricadas con otras grasas), las margarinas (para las cuales no he encontrado hasta el momento ninguna marca que no la lleve), galletas (incluso infantiles, dietéticas, de fibra, etc…), magdalenas, bizcochos etc… con o sin chocolates… alimentos precocinados y leches y alimentos para bebés.
Debo aclarar que no todas las marcas de galletas, magdalenas, etc… lo llevan, de ahí la importancia de leer el etiquetado de los productos que vamos a consumir.
Conclusión: reduce el consumo de alimentos que lleven aceite de palma y déjalos para consumo esporádico. Lo mejor es cocinar en casa, pero se que no todas las familias disponen del tiempo necesario. La búsqueda de alimentos más saludables requiere una inversión de tiempo inicial leyendo etiquetas en supermercados, pero trae un considerable ahorro en salud a largo plazo.
A parte dejo el breve comentario del daño ecológico que se está ocasionando con la producción masiva de grasa de palma para cubrir el consumo humano. Pero sólo lo menciono, pues no corresponde a este artículo tal análisis.
Fuente principal: Colegio oficial de farmacéuticos de Valencia. Además otras fuentes menores.
Lourdes Balestra. Lda. en Farmacia por la Universidad de Sevilla.